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lunes, 3 de enero de 2011

LA VIRGEN DE LA ROSA SALIÓ DE LA GUBIA DE DUQUE CORNEJO

Foto: Antonio Repiso
Pedro Duque y Cornejo Nació en Sevilla en 1677, es bautizado el 15 de agosto de 1678. Nieto de Pedro Roldán y sobrino de Luisa Roldán. Trabaja en Sevilla, Granada y Madrid. Es nombrado Estatuario de Cámara, pero no logra el cargo de Escultor de Cámara del rey. Su arte, partiendo de la tradición de los grandes maestros, se desarrolla en ambiciones de un barroquismo desbordante, donde tanto los contornos, como sus ademanes violentos se expresan con una técnica profundamente influenciada por Bernini. Su modelado es sinuoso y entrecortado. Sus figuras entran más en el espacio ilusorio de lo pictórico, que en la serenidad vertical de lo escultórico. Sus esculturas se ambientan en los marcos ilusorios de sus retablos, donde los fondos de perspectiva, el juego de planos y espacios, armonizan fielmente con su plástica en movimiento. A su visión escultórica se une una rica y brillante policromía, en la mayoría de los casos de abundancia de oros y brillos.
Foto: Antonio Repiso
Según el historiador montillano y Hno. Mayor del Cristo de Zacatecas, Antonio Luis Jiménez Barranco, el reciente hallazgo de un documento inédito ha confirmado la autoría de la imagen de Nuestra Señora de la Rosa de Montilla (Córdoba), obra ejecutada por el artífice hispalense Pedro Duque Cornejo entre los años 1719 y 1720.
Se trata de una escultura de bulto redondo de tamaño natural, tallada, estofada y policromada por el artista, que recibió el encargo en Sevilla del presbítero montillano Esteban Gabriel de los Santos y Olivares, que residía en la capital andaluza, donde ejerció su ministerio de Protonotario Apostólico. El citado documento detalla que la imagen fue enviada desde Sevilla y que “se trajo encajonada y remitida por Cornejo su Artífice en derechura al dicho Don Esteban”, siendo bendecida y colocada en su altar el 23 de Diciembre de aquel año.
Foto: Antonio Repiso
La efigie fue destinada a ser la titular de una Cofradía del Santo Rosario que se fundó en la Ermita de San Antonio de Padua (en la actualidad secularizada), de la cual el Licenciado Santos y Olivares era su capellán y patrono.
Ante el fervor devocional despertado por la nueva imagen de la Virgen de la Rosa, entre los años 1758 y 1763 la cofradía construye un nuevo templo de mayores dimensiones en el centro de la ciudad, donde en la actualidad tiene su sede canónica y recibe culto su titular mariana, que ocupa la hornacina central de su retablo mayor.
La imagen preside el retablo de nuestra sede, la Ermita de la Rosa y además una pintura de esta virgen está en el gloria del palio de la Virgen de la Esperanza. Nuestra Hermandad se siente tan arraigada a la Rosa que en mástil del bacalao, una rosa abraza a la Cruz.