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martes, 8 de octubre de 2019

COMUNICADO OFICIAL DE NUESTRO CONSILIARIO SOBRE EL TRISTE ACONTECIMIENTO.

COMUNICADO DEL PÁRROCO

 En la última cena, Jesucristo tomó pan, dio gracias a Dios Padre, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: “Tomad y comed todos de él porque esto es mi Cuerpo” (cfr. Mc 14, 22-24; Lc 22, 1920). Jesús también dijo: “Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. El que coma de este pan, vivirá para siempre… el que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna… permanece en mí y yo en él” (Jn 6, 51. 54. 56). La Iglesia, siguiendo el mandato de Jesucristo, “Haced esto en conmemoración mía”, celebra la santa Misa, también llamada Eucaristía. En la Eucaristía el pan se convierte en el Cuerpo de Cristo y el vino en su Sangre. Esta conversión se llama transubstanciación. Lo que vemos ya no es pan y vino, aunque tengan ese aspecto, sino que Jesucristo está realmente presente en el pan y el vino consagrado por el sacerdote en la Misa, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. No se trata de un símbolo, sino de la presencia verdadera, real y sustancial del mismo Jesucristo. “Milagro, milagro cierto, /soberano y muy divino, /que en forma de pan y vino /nuestro Dios viene encubierto.” (San Francisco Solano).

 Desde muy antiguo, la Iglesia conserva en el sagrario las formas u hostias de pan consagradas en la santa Misa por el sacerdote para llevar la comunión a los enfermos y para adorar a Jesucristo, presente en cada una de ellas. Por eso el pan de la Eucaristía, el Santísimo Sacramento, se trata con el máximo cuidado, respeto y veneración. 

 El pasado 5 de octubre se descubría en la ermita de Nuestra Señora de la Rosa una horrible profanación del Santísimo Sacramento. Accediendo con violencia por una puerta lateral de la ermita, el autor o autores de este hecho entraron en la iglesia y abrieron sin permiso el Sagrario donde estaba reservado el recipiente (copón) que contiene las sagradas formas, dejándolo irrespetuosamente abierto sobre la mesa del altar y esparciendo algunas de esas formas encima de la misma. Se trata, pues, de un acto muy grave de desprecio al Señor allí presente, que podría tener consecuencias penales para los presuntos autores tanto a nivel eclesiástico como civil.

 La profanación de las especies eucarísticas, es decir, arrojar o tratar irrespetuosamente las sagradas formas o llevárselas y retenerlas con una finalidad sacrílega, es un delito castigado en la Iglesia, que busca siempre la enmienda del culpable, con la pena más severa: la excomunión latae sententiae (es decir, automática) de la persona, cuya remisión está reservada a la Santa Sede (Código de Derecho Canónico, canon 1367). El Código Penal español también prevé como delito la profanación, tipificada en el artículo 524, con pena de prisión de 6 meses a un año o multa de 12 a 24 meses, a aquel que “en templo, lugar destinado al culto o en ceremonias religiosas, ejecutare actos de profanación en ofensa de los sentimientos religiosos legalmente tutelados.”

 Sepan todos que estos hechos constitutivos de delito han sido puestos en conocimiento tanto de la autoridad eclesiástica competente como de las fuerzas y cuerpos de seguridad, que los están investigando. Si los presuntos autores tuviesen en su poder alguna forma consagrada, se les ruega encarecidamente que, aún sin revelar su identidad, la entreguen sin demora a un sacerdote. Sepan también que la Iglesia es madre y en nombre de Jesucristo siempre acogerá con amor, como el padre misericordioso del Evangelio, al hijo pródigo que vuelve arrepentido. Basta acudir a un confesionario o pedir la confesión a un sacerdote, sin ser necesario revelar la propia identidad, y se le indicará lo que debe hacer para reparar el daño.

 Roguemos al Señor por quienes han cometido estos graves delitos, para que se arrepientan de corazón y no se repitan ni justifiquen nunca este tipo de actos. Reparemos con amor las ofensas que recibe Nuestro Señor en la Eucaristía, en primer lugar, por nuestros propios pecados personales. Para ello convocamos a todos los fieles que lo deseen a un acto eucarístico de reparación el próximo jueves 17 de octubre en la ermita de Nuestra Señora de la Rosa a las 20.30 h.

 Recordemos estas bellísimas palabras de san Juan de Ávila y meditémoslas cada uno en nuestro corazón: «¡Oh bondad y paciencia grande de Jesucristo, que quiso morar con tales como nosotros! …pues sufre que comulgue aquél en pecado y te dejas tratar de tales manos y que llegue a ti la boca sucia, y las manos sucias, y el corazón que te ofendió! ¡y calla el Cordero manso, calla y no dice palabra!». Alabado sea Jesús sacramentado. Recibid mi afecto y bendición.

José Félix García Jurado

La junta de gobierno de la Hermandad de Jesús Preso y María Santísima de la Esperanza, como miembros de la Ermita de la Rosa, siendo esta nuestra casa desde hace muchos años, queremos sumarnos a las palabras de nuestro Consiliario D. José Felix Garcia.
Nos encontramos inmersos en unos días de desconsuelo por tal acontecimiento ocurrido en la pasada madrugada del viernes al sábado, pero como bien dice nuestro parroco "El Señor siempre saca bien del mal", y es en estos duros momentos de mal, es cuando hay que agradecer la presencia y acompañamiento a nuestro duelo, de todos los hermanos, fieles, devotos, así como a nuestras vecinas Hermandades Montillanas que con sus palabras de animo y apoyo se hacen presentes en estos días.  Muchas gracias.