Como Hermano Mayor me dirijo a todos los hermanos de nuestra Hermandad en este día grande para todos nosotros, el día de Ntra. Sra. de la Esperanza, nuestra Titular, la Virgen que nos acompaña en cada segundo de nuestras vidas y hace que para nosotros lo de pensar en verde, deje de ser un anuncio, para ser una forma de vida cristiana, donde tenemos presente la caridad o la visita a los más débiles como hicimos este pasado domingo, o como fin principal el amor a nuestros Titulares.
Por eso hoy estamos aquí ofreciendo esta Eucaristía por todo este año de trabajo, por el año de la Fe que hemos terminado hace algunos días, por las ilusiones puestas en todos nuestros trabajos y proyectos. Por todos los escalones que hemos tenido que subir, alguno de ellos de mucha altura, por todas las piedras que había en el camino y hemos tenido que bordearlas para no tropezar y Por todos los sueños cumplidos y por los rotos también. Ante todo esto nuestra esperanza sigue intacta y nuestros sueños e inquietudes siempre estarán ahí, porque como dice el Papa Francisco: "El futuro está en las manos de Dios y en esto radica la esperanza" y "Un cristiano afronta las dificultades, las pruebas, incluso las derrotas, con serenidad y esperanza en el Señor".
Hoy no es solo el día de mi Virgen, o la de sus costaleros, es el día de la VIRGEN DE LA ESPERANZA, sí con letras mayúsculas, la madre de todos y cada uno de los panciblancos, ya tengan en sus hábitos el color azul, rojo, morado o el propio verde de la Señora. Aunque nos empeñemos en separar los colores, solo existe uno, el color del amor Dios y eso es lo que esperamos con ansia.
Días de adviento, de esperanza, en unos días nos llegará el Señor, nacerá para llenarnos de amor, de paz, de felicidad, porque Jesús es el sol y María es la aurora que anuncia su nacimiento. Vivamos la Eucaristía, seamos dóciles a la Palabra de Dios, atentos a las sorpresas del Señor, que nos habla.